martes, 20 de agosto de 2013


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La metedura de pata del rey con la puerta de Alcalá.


Tras su entrada en Madrid, el 9 de diciembre de 1759, a través de la antigua Puerta, que no era de su agrado, Carlos III decidió derribarla y construir una nueva, proyecto que se inscribía dentro de sus planes de mejora de la ciudad.

La Puerta de Alcalá se construyó en 1778 y fue una de las cinco puertas reales con las que contaba la ciudad de Madrid. Servía como arco de bienvenida y vía de acceso a los visitantes que llegaban de lugares como Cataluña, Aragón o Francia.

Se convirtió en la entrada principal de la villa y en uno de los monumentos más representativos de su reinado, eje de las reformas que llevó a cabo en toda la zona este de la ciudad: Jardín Botánico, Paseo del Prado, fuentes de Cibeles y Neptuno, entre otras.

Su originalidad e importancia estriba en que fue el primer arco del triunfo que se construyó en Europa tras la caída del Imperio Romano. Más tarde llegaron otros, de fama internacional también, como la Puerta de Brademburgo en Berlín o el Arco del Triunfo en París.

Este monumento presenta un rasgo diferencial con los otras construcciones europeas: resulta diferente según el lado desde el que se contemple, ya que es asimétrico. La anécdota es histórica y viene detallada en algunos de los libros de arte más prestigiosos del mundo. Esta asimetría además se debe a un despiste, no fue buscada inicialmente, según los historiadores.

Su construcción fue un encargo del monarca Carlos III para conmemorar su llegada a Madrid como rey. El rey saca a concurso su construcción para decidir quien será el encargado de realizar la obra. Se presentan únicamente tres candidatos de renombre: José de Hermosilla, Ventura Rodríguez y Francisco Sabatini.
Juntadas las trazas hechas por los tres arquitectos, tocaba la decisión de elegir la más idónea, de acuerdo con el gusto del monarca. Después de haber barajeado los planos una y otra vez, el rey sin consultas previas a expertos en el tema, toma una decisión según se desprende del escrito que el 18 de mayo de 1769 remite el secretario de estado Miguel de Múzquiz, al Conde de Aranda:

presidente del Consejo de Castilla
Ilustrísimo señor: El Rey ha visto los planos 
que usted me ha enviado hechos por don 
José Hermosilla, don Francisco Sabatini y don 
Ventura Rodríguez de la puerta que se ha de 
fabricar en el mismo terreno que actualmente 
ocupa la llamada de Alcalá, y Su Majestad ha 
elegido los planos hechos por don Francisco 
Sabatini que van notados con el número 
primero y segundo, y denotan dos fachadas 
que ha de tener la Puerta, una hacia Madrid, 
y otra al campo. 

Confrontando las fachadas a la ciudad y a las afueras, además de unas fortísimas ncoherencias compositivas y tectónicas, existen importantes desacuerdos dimensionales, pero esta discrepancia arquitectónica  no sabemos si puede ser atribuída a la unilateral decisión del monarca o a una deficiente transcripción de Múzquiz a la hora de anotar la numeración de los planos. Lo más normal es que sea debida a la habilidad dialéctica de Francisco Sabatini que, para no perder el concurso y no llevarle la contraria al rey, optase por aceptar de momento esta anomalía y ya se vería cómo solventarla.
Esta tercera posibilidad parece la más lógica ya que, al contrario de Ventura y Hermosilla, la presencia de Sabatini en el Real Sitio dos dias antes de la resolución del concurso y la clara preferencia del rey por éste en su participación en otras obras, hace mas viable la posibilidad de que el arquitecto convenciese al rey de la decisión adoptada.







Despuéss Sabatini, diplomáticamente, fusiona los planos de dos de los proyectos, lo que explica que la Puerta de Alcalá presente dos caras distintas.

La principal diferencia, y más visible desde la distancia, es que en uno de los lados la obra presenta diez semicolumnas de estilo jónico mientras que por el otro apreciamos dos columnas acompañadas de pilastras. Coronando la puerta por un lado observamos unos escudos heráldicos mientras que por el otro, vemos unas esculturas de unos niños.

Se inauguró en 1778, no como monumento, sino como auténtica puerta, ya que a ambos lados de ella seguía existiendo la cerca que delimitaba la ciudad por el este y que seguiría en pie hasta 1869, año en que se remodeló la plaza.




martes, 29 de mayo de 2012


 Soy consciente de que un visitante, no siempre dispone del tiempo suficiente para verlo todo y muchas veces se centra en ver cosas "estandar", no obstante, para los que quieran descubrir Madrid desde una perspectiva más profunda tengo un amplia lista de cosas para ver en mi ciudad.